La metamorfosis rige el universo. ¿Nada es infinito? Una planta germina, crece, florece, flaquea y muere. Un pueblo se establece, prospera, emigra, cae y desaparece. Para un castillo se construyen los cimientos, después se levanta, se habita, se defiende, se conquista y finalmente se derrumba. ¿Y qué son esos escombros? ¿El fin de aquel castillo? ¿Solamente los vestigios de una gloria perdida?
En tal caso, todo está condenado a terminar. Un comienzo y un final. Así han desaparecido civilizaciones, palacios se han desplomado. Ya no vestimos con túnicas, ni escribimos con plumas, ni siquiera escuchamos música con discos de vinilo. “Hay cosas ya obsoletas para este mundo actual”, dicen. “Lo pasado, pasado está”.
Y, sin embargo, ¿con qué visten los alumnos prestigiosos de las universidades de Oxford y Cambridge? ¿Qué son nuestros bolígrafos que utilizamos cada día sino evoluciones de los cálamos de escritura? ¿Y no encontramos aún hoy pequeñas tiendas donde los discos de vinilo no han sido abandonados?
Los restos de la planta perecida sirven de abono para las siguientes, la descendencia de un antiguo pueblo persiste en forma de otro pueblo. Las rocas del castillo pueden o bien servir de piezas para otro castillo, o bien ser admiradas y estudiadas como la gloria del castillo que una vez formaron.
No, el libro no desaparecerá. Podrá, sin lugar a dudas, evolucionar a otra apariencia, mas, mientras haya alguien que ame el olor a libro antiguo y la sensación de páginas entre los dedos, el libro no desaparecerá. Todo es infinito.
TextO argumentativo sobre la perdurabilidad de los libros
Eva Navarro von Frankenberg-Lüttwitz, 4º B
Cuarto B. Curso 2021/2022